Maraca Hixkaryana – El pulso del mundo en forma de sonido
En las manos, un cuerpo trenzado. En su interior, semillas. En sus extremos, plumas vivas, del color de la sangre y del crepúsculo.
Esta maraca, elaborada por los Hixkaryana —un pueblo indígena de la región del río Nhamundá, entre Amazonas y Pará— es más que ritmo: es una extensión del cuerpo ritual, un canal de energía entre mundos.
Su sonido no es casual. Surge del gesto ancestral, repetido por quienes invocan la fuerza de los espíritus del bosque, se comunican con los encantados y marcan el espacio sagrado. Al agitarse, la maraca despierta presencias. Hace vibrar el tiempo mítico dentro del tiempo común.
Su estructura, de fibras vegetales trenzadas, lleva grafismos discretos que no decoran: narran. Cuentan pasajes, orientan usos, guardan secretos. Las plumas, cuidadosamente amarradas, traen el espíritu de los pájaros —mensajeros y guías del mundo invisible.
Utilizada en rituales de sanación, iniciaciones, danzas o ceremonias chamánicas, la maraca es como el latido del corazón de la aldea. Une cuerpo, sonido, gesto e intención. Y dice, sin palabras, que el mundo está vivo —y escucharlo es una forma de respeto.